IX (sobre pensantes mediáticos)
No escribe Javier Marías como novelista los
domingos, no lo hace como agente de la ficción, sino como mágico monologuista, como un
croupier de la opinión; y, en estas, nos concede un paradigma de ese
pensamiento tan de los del 78, ese pensamiento sostenido, a día de hoy ─y
aún más para los jóvenes de izquierdas─, por cuatro pilares evidentes:
ramplonería, agudeza, desafío y suficiencia.
Cada domingo me quedo raro después de leer
su columna, con un estupor o incomodidad que aún a día de hoy me es difícil
describir certeramente, pero diría, como aproximación solo
sensitiva ─recuérdese la inevitable impulsividad de estos textos─, que se
trata de una mezcla vívida y posible entre fascinación y aplomo. Si leen
vuestras mercedes la columna de hoy día 25 como ejemplo, tal vez entiendan estos
embrujados sentimientos; no me es difícil encontrar cierta lucidez en su
reflexión, pero al mismo tiempo percibo que sucumbe a un hieratismo crítico
considerable. ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿No me es suficiente su
raciocinio? ¿Cómo es posible que no me sea suficiente cuando estoy de acuerdo
con todo? ¿Qué trampas de la retórica despliega para que mi atención se quede
anclada no tanto en lo que hay, como mucho más en lo que no?
Otro ejemplo mediático de estas fricciones intelectuales, intelectivas, es Carmen Calvo, nuestra férrea primera vicepresidenta ─qué asco me han dado siempre los primeros de la fila, aunque haya estado enamorado de uno (que era una), o le debiera la vida (normalmente también a una) o me diera pena el resto del tiempo (normalmente ya uno)─ en sus declaraciones más reivindicativas del espíritu crítico y flexible que se presupone de la izquierda, cuando lamentablemente está anclada al partido como los muertos de la mafia lo están al cemento o al lodo, como los intransigentes a la depredación. Esta también era joven de izquierdas en el 78 pero, a diferencia del primero, con esta no me caben dudas: el amargor y la rabia no dejan sitio ni si quiera a las dobleces o al crédito, la decepción que me produce la estirpe de políticos que representa es insalvable ─he descargado en ella, pero es que es "la primer"─.
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